¿comer pepitas de sandía?

14 junio 2015

Pasan desapercibidas o van directas a la basura, pero el potencial de las semillas de la sandía es enorme.

Comemos, habitualmente pipas de girasol y también, aunque en menor medida, de calabaza. Pero, ¿ha probado las pipas de sandía? No nos referimos a engullirlas sin más, disimuladas entre los trozos de fruta, sino a degustarlas como el manjar que son. Porque aunque existen variedades de sandías sin pepitas, o incluso a veces van directas a la basura, ha de saber que si no las come estará desperdiciando una importante fuente de fibra, minerales, proteínas y grasas en su dieta habitual.

Como las semillas de girasol o las de calabaza, «el componente principal de la cáscara de las pepitas de sandía es la fibra, y la semilla que hay en su interior destaca por su riqueza en nutrientes», afirma Cristina Lafuente Gómez, dietista y nutricionista en Alimmenta, quien especifica que, en el caso de las pipas de sandía, «su contenido en magnesio (515 mg / 100 g) y en oligoelementos como el cinc (10,2 mg / 100 g) y el manganeso (1,6 mg / 100 g), es especialmente relevante». Además, según añade, aporta proteínas (28,3 g / 100 g) y grasas (47,4 g / 100 g), sobre todo poliinsaturadas (28,1 g/100 g).

¿Y cómo se traduce esta riqueza en su composición nutricional en beneficios para nuestra salud? Tal y como explica la nutricionista, comer pipas de sandía «es una buena manera de aumentar las proteínas vegetales en nuestra dieta», como refrenda la publicación International Journal of Agronomy and Agricultural Research. «Esto ayuda a mantener la masa muscular, además de aportar grasas saludables que tienen la capacidad de regular el colesterol en sangre», asegura la experta.

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FUENTE: EL PAÍS